Ilustración: Víctor Argüelles |
Por hospedar la imagen
me sumerjo.
Palpito
en el trance de líquenes
que
en su recorrido a la cima
han
marcado un sello vegetal
en
los brazos del árbol.
Un
tatuaje como rúbrica de musgo.
La
tierra tiene en su centro
un
corazón perforado.
Tiembla
en onda suave
si
no emite su rugir de viento.
La
humedad entró, sembró semillas
que
retornaron la vida
de
la flor seca en su abandono.
Mira:
es una alfombra
que
recibe a hojas sueltas, caídas,
como
salpicadas
de
una tinta fresca desde arriba.
¿Quién
deja escurrir la lluvia
desde
una altura desmedida?
Granizada
de colores
que
matizan el césped
como
un cuadro iluminado.
Acción
de pintadera en la hoja.
Acción de transpirar en la pintura.
Publicado en Revista Nocturnario, N. 8, enero-marzo de 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario