Por Víctor Argüelles
Le ha caído un balazo en la cabeza,
al ser más insolente: la tristeza.
CARLOS SANTIBÁÑEZ ANDONEGUI
No hubo voz que hiciera falta, todas se dejaron escuchar desde las 11:00
hrs. hasta que la noche con su lluvia a cuestas nos descubrió cerca ya de las 8
de la noche. El día tuvo intensidad en sus momentos que, con esa lluvia
desprendida no hizo más que ilustrar la fertilidad de las palabras, que llovían
por un bien común consignado en un lema, en un objetivo, en una unión de voces.
El día se extendió a sus anchas para escucharnos: poetas, narradores,
cronistas, escritores, que con textos escritos para la ocasión fueron
alumbrando esos momentos. El día quedó en la memoria, un 28 de septiembre en el
recuerdo.
Lluvia de palabras en solidaridad con los pueblos que padecen
esa violencia que no es ajena al territorio nuestro, que no está exenta en esta
ciudad y en muchas otras, pues Ecatepec al igual que otros municipios del Estado
de México frecuentan constantemente la problemática del feminicidio, la
extorción, el robo a mano armada, los secuestros; todos esos males que son
producto de la delincuencia. En el sentido que concierne a la escritura, el 3er
Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez en Ecatepec acuñó las voces de
incipientes y experimentados, humanos a fin de cuentas que, más a allá de las
palabras y la literatura, se unieron a esta manifestación para dejar su sello
impreso en una consigna que simultáneamente se dejó escuchar en más de 50
ciudades del mundo entero.
Humberto Canizales, Sinhúe Kokoschka y Gibrán Cohen
El objetivo se logró, el eco fue más a allá de lo
previsto, con un público cambiante a lo largo de la jornada: jóvenes, adultos,
mujeres, niños, estudiantes y trabajadores que frecuentaron a distintas horas
el espacio de la capilla del Centro Comunitario Ecatepec Casa de Morelos:
recinto venerable para levantar más que consignas, la voz poética como una
misión proferida para hacer justicia a los que ya no están con nosotros:
mujeres y hombres que ha cobrado el crimen organizado en Ciudad Juárez,
Chihuahua. El eco de la violencia atestigua que si es en Ciudad Juárez, es en
el mundo entero donde la violencia esté presente.
Que mejor recinto que la Casa de Morelos para albergar
la iniciativa de escritores que sitiados en el lugar de los hechos se
organizaron en 2011 para fundar un proyecto de talante mundial a raíz de la
muerte de la poeta y activista Susana Chávez. El Centro Comunitario Ecatepec
Casa de Morelos es un sitio histórico perteneciente a INAH y decretado como
patrimonio nacional en 2001, morada de las últimas horas del ciervo de la
nación: José María Morelos y Pavón. Aquí no importaban las trayectorias
literarias, ni las luces impostadas del momento, esas no existen para un
reclamo, para una manifestación que tenga como fin la causa social y esa fue la
consigna desde un principio, desde los primeros pasos dados en la organización
del 3er Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez en Ecatepec. El acto de
inauguración dio inicio con las palabras de bienvenida por parte de Yolotl
Figueroa promotora cultural del mencionado Centro Comunitario. Siguió mi turno
para dar una breve explicación de los antecedentes y motivos del encuentro, así
como dar lectura al manifiesto por Ciudad Juárez, con lo que se iniciaba una
jornada inolvidable de palabra al servicio de una causa.
La primera participación corrió a cargo de Erika
Chaidez, su narración, a manera de crónica de hechos ocurridos en Sinaloa, acaparó
la atención del público; su semblante esbozaba la impotencia de los que son
representados como personajes principales: una mujer y su hijo, en un secuestro
en que salen ilesos, pero con graves marcas que el tiempo no sabe borrar.
Chaidez conoce la situación de fondo, su procedencia lo advierte, pues ella es
de Los Mochis, Sinaloa, ciudad que padece los estragos de la violencia del
crimen organizado. El maestro Carlos Santibáñez Andonegui leyó Tristes horas hábiles, exaltando la
lucha diaria de las mujeres en la ciudad desértica en el norte de México, esa
ciudad símbolo que se levanta ya con una reminiscencia que lleva la marca de la
violencia, de la muerte y la injusticia hacia los derechos humanos.
Carlos Santibáñez Andonegui, Blanca Estela Roth y Erika Chaidez
Mar Ruíz y Ángel Cuevas: poesía y narración. La
presencia femenina y masculina se fusiona en palabras. Ruiz: poeta joven de la
Ciudad de México leyó sobre el episodio de las mujeres asentadas en una ciudad
herida por la guerra del narcotráfico, un retrato en que domina el clamor
femenino. Cuevas narra episodios de una violencia contextualizada en el terruño
que lo vio nacer: Arteaga, Michoacán, la transgresión se fusiona al efecto de
melancolía en sus relatos. Cuevas construye en la introspección verdaderas
radiografías de la violencia, situada en la familia o en las comunidades
apartadas donde aparentemente la luz no llega, y esa luz que es el progreso, se
vuelve en necesidad, tema de primera intención en su narrativa.
Humberto Canizales y Blanca Estela Roth, dejaron
impresiones devastadoras y a la vez reflexivas. Narración y poesía, y crónica
fresca de los días de septiembre 13 y 15. Humberto Canizales inicia su lectura
con preguntas dirigidas al público, interactúa con ellos, pocos responden.
Originario de La Paz, Baja California Sur, este joven escritor establece
relaciones con un presente, acaso fresco en la memoria de un tiempo imborrable.
Su crónica va aclarando los disturbios en base a analogías con el mundo
televisivo, el de las imágenes del cine, de ese hecho ocurrido el 13 de
septiembre de este año: la manifestación de maestros, posteriormente para
referirse al grito de independencia como una aparador de distractores; la gente
ríe y a la vez se entera a partir de la mirada que nos deja en el punto crítico
del acontecimiento: la explanada del zócalo de la Ciudad de México. Con Crónica desde el reino de sauron corroboramos
las injusticias cometidas desde el gobierno, desde ese PRI que nos muestra una
más de sus garras para aplacar el reclamo colectivo, el derecho a una
manifestación pacífica. Blanca Estela Roth, cuenta anécdotas en relación al
feminicidio, a la violencia intrafamiliar; finca en este preámbulo un
desasosiego propio de su yo interno, posteriormente un puñado de poemas nos pone
en el oído que surgen para dar fe de ese México que revisita su dolor, su dolor
que es de todos, su inconformismo que es de todos. Con una voz moderada y un
semblante apacible, Roth da lectura a versos sintéticos que no le temen a nada,
incluso a las limitaciones del tiempo, pues sus versos piden tiempo, espacio y
escuchas sensibles que puedan digerirlos.
En la siguiente mesa de lectura coinciden cuatro
jóvenes poetas originarios de esta Zona Metropolitana del Valle de México:
Guadalupe Quezada, Tania Navarrete, Edith Vargas y Zaqueo Miguel. En los
jóvenes está la consigna más severa contra un sistema injusto, con sus
experiencias juveniles, con sus sarcasmos ante la mediocridad de la clase
gobernante. Tania y Edith, son un poema a dos voces, se alternan el micrófono
para ambientar el poema. Miguel ve en las mitologías la materia para Terreno baldío, poema dedicado a la esperanza de volver a casa.
Guadalupe Quezada, Tania Navarrete, Edith Vargas y Zaqueo Miguel
Sergio Alarcón, Ricardo Suasnavar y Jaime Rosales
Cedeño agradecen las invitaciones a participar, posteriormente cada uno se
extiende, suelta lo que el silencio no puede contener. Alarcón y Suasnavar: poetas
en edades distantes, se acoplan bien en el tono de su poesía. La madurez en
Alarcón es visible, llega al fondo del asunto, sintetiza en las imágenes, arma
el terreno donde anclar metáforas rotundas. La sencillez, la frescura y lo
espontáneo son los límites en el joven poeta Suasnavar, con poemas sencillos y
plenos de momentos, versos desarticulados de la rigidez, con un movimiento
fluido, como el que se deja al caminar, y ante este hecho sucede lo imprevisto
de la imagen.
Tetza Ordoño, Suzel Gómez y Ricardo Suasnavar
Rocío Franco, reflexiona la situación del feminicidio
en el Estado de México, expone el caso del poeta Guillermo Fernández, asesinado
de manera impune en la ciudad de Toluca. A dos años de esos acontecimientos el
gobierno estatal no ha dado respuesta, ni emitido interés en aclarar su muerte,
Rocío platica, explica la condición violenta en nuestros tiempos, da lectura a
su poema Desmembramientos dedicado a
la memoria del referido poeta, su emoción es incontenible. María Dolores Reyes
Herrera, originaria de Tlapacoyan, Veracruz lee poemas de su libro Oruga, concuerda con el momento,
defiende el sentir transparente de una poeta de provincia. Gibrán Cohen:
escritor y dramaturgo se extiende con un relato en que el personaje principal
es un tal “Gibrán Cohen”, un otro para asentar el golpe de los hechos,
transcurridos en su lugar de residencia: Cuautitlán Izcalli. Cohen es presencia
y voz, y un tanto de efectividad en las situaciones chuscas que rigen la vida
de personajes delineados en la política. Cohen impone por la veracidad en lo
que cuenta.
Rocío Franco, Ricardo René Arreola y Ma. Dolores Reyes Herrera
Daniel Mejía, María Eugenia Rodríguez, Luz María
Salinas, Rubén Lemus y Tetza Ordoño nos convidan poemas breves, sencillos.
Quizá el logro de esta mesa se advierta en el contraste de experiencias, pues
todos fluctúan en edades diversas. Y quizá lo mejor esté en los poemas de María
Eugenia Rodríguez y Rubén Lemus. Cruces
rosas de Lemus es un poema afortunado, está entre los textos más
interesantes del oriundo de Texcoco, Estado de México.
Arturo Escalante, Marytere Caracas Estrada, Ricardo
René Arreola, Oscar M. Pantoja (Kaya Stoner), Isabel alcántara y Sinuhé
Kokoschka dieron lectura a episodios intensos en forma de cuentos y poemas
donde predominan con insistencia las imágenes claras y oscuras. Los sentidos se
exhiben alterados en el caso de la poesía de Sinhúe, pues la atmósfera surreal
se advierte en una voz joven pero segura. Si ya la poesía es belleza, en ella
la belleza se multiplica, se va al doble como el flujo de palabras que su sensibilidad
poética nombra. M. Pantoja, El Kaya Stoner propone una narración desde una sorprendida
víctima ante la confusión que suscitan las sospechas. Alcántara narra
fragmentos de su libro: 7 Miradas sobre
Juárez, narración solemne, trabajada, y anclada en la contundencia de
hechos.
Kaya Stoner, Isabel Alcántara y Rubén Lemus
El intermedio musical corrió a cargo del cantautor
Osvaldo Flores, que llegó desde la ciudad de Querétaro confiando plenamente en
el encuentro. Desde temprano hizo lo necesario junto a Berni Cabrera y Daniel
Salinas “El Callegero” para que, acercado el momento de su participación, los
inconvenientes fueran menos. Cabrera en las percusiones, Salinas en el cometido
de registrar todo con la lente fílmica.
Flores entona frases, estribillos, utopías. Los oídos
saben ya este fraseo, lo saben y lo recuerdan, pues más que frase: “…hasta que puedas tener libertad”, quizá sea
ya un recordatorio, un lema para estos tiempos. Y en esta red de palabras se
refiere a ese México que llega a oídos de todos en el extranjero, de ese México
que toca fondo para seguirse cimentando. Flores se inspira de experiencias que
cotidianamente lo invaden, desde la observación trivial hasta convertirlas en
verdaderos registros sobre lo incómodo a nivel social, justo ese contraste que
se percibe en las grandes urbes, como la Ciudad de México u otras capitales del
mundo. Flores, originario de esta ciudad, siente el desasosiego, y sabe que es compromiso
del creador erigirse ante las causas justas. Flores es un poeta urbano y así se
advierte en sus tres producciones realizadas a la fecha. Lo mejor del encuentro
no sólo está en la poesía, sino en la música que rescata la poesía y la protesta
para darle un giro y mostrarlo como prioridad humana.
Osvaldo Flores (Cantautor)
Suzel Gómez, Miguel Santos, Miguel Tonhatiu y Jorge
Manuel Herrera coinciden en varios puntos: versos sueltos, retrabajados,
situados en la libertad y en perceptivas distintas. Experiencia y autocrítica
en el caso de Santos, Tonhatiu y Herrera: tres poetas en consonancia con lo que
escriben, memorizan y leen. Ambientes oníricos en el caso de Suzel: Guardo entre el pezón lunar y tus piernas
largas/ un suspiro de tiempo que se ajusta al espacio,/ un tiempo de cirio que
te repasa el cuerpo,/ un abrevadero turquesa del ahogo solar.
Suzel Gómez, Miguel Santos, Miguel Tonhatiu y Jorge Manuel Herrera
Ginger Triana, Josimar Galíndez Rojas y Javier
González Cárdenas: crónica, poesía y narrativa: González Cárdenas leyó
fragmentos de su próxima novela. Imágenes de momentos tensos, entre atmósferas
eróticas y turbias por el contexto de violencia en la que se desarrollan. Ya en
su escritura, el tijuanense analiza las coordenadas de la violencia situada en
el norte. Su ficción recrudece los sentidos, y es la radiografía presente del
narcotráfico, propuesta desde una concepción llamada por él mismo como “Novela
de Narcozombis”: muertos, desaparecidos, robos, gente del mal intrincada en historias
fuertes, certeras, con apego a la realidad cotidiana. Josimar Galíndez Rojas
propone poesía de la experiencia, reconoce la experiencia y la sitúa en el
único hecho tangible del ser humano: la muerte: Escribo
sangre/ porque mis ojos están poblados del miedo/ que mañana o pasado mañana/ un
muerto una muerta un muertito/ cuerpos donde la categoría de
lo muerto reina/ cuerpos no-asépticos/ destrozados/ con las vísceras conjugadas
en el exterior:/ sea yo mismo.
Finalmente
doy lectura al poema visual del maestro Raúl Renán: Muerta de Juárez, poema que en su construcción se percibe con una
belleza total, pero que encierra el episodio de la muerte, de esas muertes que
suman miles, de esa muerte en circunstancias trágicas, nunca esclarecidas: Soy mi alma y mi cuerpo en crecimiento
formando mi figura que sigue un trazo humano, bello a la vista y figurado que
también verá a la belleza de la vida en derredor edificada compuesta con
admiración como a mí, mi cabeza joven cubierta de cabello lacio torneado con
tersura negra brillante para contener mi pensamiento y tornear su redondez con
mi rostro perfilado que ha sido elogiado y nombrado bella, bella, bella, bella,
bella, bella, bella, bella, bella y por todos deseada, asediada, seguida para
ser tomada, sujetada, atada, violada, penetrada con arma de muerte, sangrada,
hoy huesos bajo tierra común y por nombre común conocida Muerta de Juárez.
Víctor Argüelles y Muerta de Juárez (Poema visual de Raúl Renán)
Al
dar lectura al poema una sensación me invade: es la incertidumbre de no conocer
a profundidad el efecto que dejan las palabras, sí en verdad puedan ser el
vehículo para llegar a despertar conciencias y sensibilidades. Ante esta señal,
me doy cuenta de la responsabilidad asumida al organizar este encuentro. Me doy
cuenta que nos ha anochecido, que el tiempo en todos se consumió para bien, que
no fueron horas derrochadas, sino horas, en verdad bien asumidas. Me doy cuenta
y sigo, pensando que mejores tiempos vendrán, al menos, el pensamiento es
positivo, y quiere pensar que mejores tiempos vendrán para las generaciones
futuras.
Ecatepec
a 24 de diciembre de 2013
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