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Ilustración: Víctor Argüelles. |
Ceniza
El sueño
El escribiente lleva por delante una nube cargada de explosivos, palabras; todas cubiertas de frío, un escudo para no ser atravesado por las horas inexactas, estéril guiño de la herida de la noche. Lleva el aguijón urgente en la punta; no de veneno, de prisa por estamparse en el paraíso de la letra. Llueve, el poeta llueve dentro de sí, y para no mojarse se ha inventado una sombra de árbol, donde pájaros eléctricos cagan en su hombro; en su cesto de poemas rotos hay fotografías de memoria reveladas en B y N. Llueve, en la casa he dejado mis retazos, un mar se ensancha y pretende tragarme. Cierro los párpados y soy devorado por el sueño.
Espejo de tu cicatriz
Si es sólo un espejismo. Prolongada cicatriz de ti nocturna, Ágata púrpura bañada en el mejor de los brillos lacerantes, que un día invoca en sus luces residuales. Tú disfrazas y ocultas en un velamen tu principio matinal de selva acalorada. Tú deshaces a contrapelo mi caricia ofrecida al mejor astro de afelpado tacto. Ocultas de mí, la luz cubierta de tu musgo acalorado, selva vientre, vientre de terciopelo. Qué más tuerto corazón que el ojo repite hasta el cansancio. Si es tu pálpito muchedumbre de blasfemia, rota irías por una avenida cruzada, entrecruzada de piernas. Rota como una pústula abreviatura de la leña, Rota en sedienta forma por morir agazapada de quimera.
Me hundes en el párpado, tú: prolongada. Abisma en el mejor de los conductos.
Publicados en la Revista El Universo del Búho, Fundación René Avilés Fabila, Ciudad de México, 2010.