(Lima, Perú, 1953)
Dan-za
Si todos supiéramos danzar y silbar
al mismo tiempo y si todos
supiéramos danzar y silbar al mismo tiempo
en el desierto subiendo y bajando
y si todos supiéramos cantar en el desierto
subiendo y bajando y si todos supiéramos
danzar y silbar y cantar subiendo y bajando
en el desierto al ritmo del corazón y si
todos supiéramos amar en el desierto subiendo
y bajando las dunas amarillas y si todos
supiéramos besar en el desierto, y cantar y
silbar y danzar y subiendo y bajando si todos
supiéramos amar en las dunas amarillas y si
todos supiéramos al mismo tiempo vivir
cantando y danzando en el desierto subiendo
y bajando las dunas amarillas
Levanto mi brazo.
Mi mano coge una copa.
Brindo en tu nombre.
Y si sólo supiera (cantando en las dunas amarillas
subiendo y bajando al ritmo del corazón besarte
danzando y silbando al mismo tiempo en el desierto
y amarte en el desierto) tu nombre.
Ya no te quiero pequeña
Ya no te quiero, pequeña
ahora amo a los caballos.
Mañana amaré a las islas
y pasado será alguna ave.
(Tal vez en tres años
te vuelva a amar).
Y luego serán las vacas
pintas y luego serán
los minerales -tú sabes, el
cobre, el hierro, el-
y luego serán las ciudades
(alguna que otra jirafa)
y luego los puentes.
Antes un arcoiris que amarte, pequeña,
ya no te quiero
ahora amo a una mujer
que disuelve sus cuerpos
en las lluvias del otoño
iluminada/ anudada/ inundada
por el neón brillante
del poste de alumbrado público.
(Oh pequeña)
ya no (te quiero
Oh mujer)
ya no te quiero
sólo amo a las calles que me alientan
hacia la noche mientras la noche
ya no es noche sino mar y el mar
tumba de sonámbulos océanos, licor.
Como Walcott
Escribo a mano con un lápiz Mongol No.2 mal afilado
apoyando hojas de papel sobre mis rodillas.
Ésa es mi poética: escribir con lápiz es mi poética.
Si alguien pregunta como quién quiero escribir
respondo “como Walcott”. Ésa también es mi poética.
También, esperar a que ella me muerda el cuello
para comenzar a escribir es mi poética. La oscuridad del mar,
lleno de pliegues, es mi poética. Ella pregunta como quién
quiero escribir
y yo respondo “no sé, como Walcott”. O más bien
mi poética es di algo visceral de una buena vez,
como en la ópera, sin esperar que ocurra una muerte
especialmente interesante al final: es mi poética.
Lo del lápiz mal afilado es indispensable para mi poética.
Sólo así quedan marcas en las hojas de papel
una vez que las letras se borran y las palabras ya no
se entienden o han pasado de moda o cualquier otra cosa.
Bastante menos que una idea
No creas en la verdad.
No creas en la belleza.
No creas en el amor.
Siéntate al piano
sopla el corno
rasga la cuerda
y quedamos a la par.
No me alcances un beserol
si me duele la cabeza.
No repitas conmigo
películas que ya viste.
No creas que hay algo
importante en lo que haces.
Ni siquiera una buena acción
es tan buena como ninguna acción.
Octava nube o noveno cielo apartes
algún día el cuerpo será un hecho suficiente.
El canto de las aves
para Alberto Blanco
el canto de las aves escondidas en el follaje
apenas alcanza las tres sílabas
luego silencio
luego otra vez alcanza las tres sílabas
luego silencio
es la forma que tienen las aves de no decir nada
luego otra vez
tres sílabas luego silencio y luego otra vez
es el canto de las aves escondidas en el follaje de los ficus
tres sílabas silencio otra vez
es la forma que tienen las aves
de no decir nada
tres sílabas silencio tres sílabas
pero el canto
es hermoso y se repite regularmente al atardecer
y luego otra vez
y luego otra vez
y no dice nada
(Poemas recuperados de varias antologías y poemas sueltos del autor: Perro negro (1978), Fin desierto (1995), Cinco segundos de horizonte (2005), entre otras).