en el conjuro de un tiempo
que ahora es memoria.
Remar hacia ti para conquistar la fe de un tiempo mejor
en celeste fondo de agua,
en un lugar en el que han plantado cemento
y no árboles.
Fiel a ti, a tu nombre que queda como ceniza,
porque en los adioses no hay movimiento de manos.
No existió, y la desvanecencia del cuerpo colapsó mi cuerpo
entre polvo de muchos sitios.
Fiel a los muertos que nos visitan ahora,
y por cada corona
un nombre apenas.
Dónde depositarla si no existen vestigios
que preparen mis pasos
hacia el camino.
Sólo un desierto en el que cabalgan nostalgias
y una luz cegadora que me alumbra el recuerdo.