viernes, 22 de mayo de 2009

Polvosa ladera

La humedad hace de ellos balanzas inclinándose al porvenir…

Huesos sobre la tierra. Un polvo de aire muere entre la hierba, un polvo partido en espera se hace lodo junto a mis pies. La laguna de los peces se abre entre malezas.
Los que llegan,
Los que esperan,

son los brazos del rayo solar
en triángulos adecuados a la forma de una orilla de cangrejos.


He venido junto al sol con un río en la garganta. Garganta que es el río,
piedra que es el río. Piedra ajustada a su base de arena blanda y movediza,
ahí, en el río temprano de tus muslos. Porque has venido como hasta ahora con los pliegues ensanchados de tu risa,
molusco que fue del tiempo cáscara torcida; piel que cambia su tibieza al son del tiempo que se nubla.

Has venido… envuelto de tierra, con ojos cansados de levantar el desvelo hasta la cima,
con manos de cangrejo atadas, perdida entre algodón y quimera. Algún resabio te ha traído ligerito y vaporoso entre los vientos…

No hay comentarios: