Llevo protegiendo mi antifaz.
Adentro un silbido se hace
promesa, efigie, nada…
Llevo el sudor cómplice
de kilómetros atados al sol
caminata, periferia, asfalto boyante.
Llevo el nivel del mar y la palabra
retoño de árbol, brazos de luz
áspero silencio de quien nombra.
A tientas persigo hebras imposibles
quizá llamaradas que no retornarán a la ceniza
al punto inicial de mi incertidumbre.
20 de mayo 2008
Víctor Argüelles
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