Entrevista en el programa "Tesoros regionales".
Entrevista en el Universal 102.9 FM desde Cuernavaca, Morelos
Les muestro aquí imágenes de la exposción reciente en la Galería Víctor Manuel Contreras, Torre de Rectoría de la UAEM, en Cuernavaca, Morelos, que finalizará este 26 de junio.
PINTAR: UN ACTO DE RESISTENCIA
Cuando pienso en mi proceso artístico indago por coordenadas para identificar propósitos, constantes y referencias, aunque resulte difícil examinar hacia qué lado se inclina la balanza. ¿Qué aspectos logro entender? ¿Hacia dónde quiero dirigirme? Por principio, en mi pintura hay un pretexto que antecede el acto creativo; el acto de cubrir con materia los espacios desnudos, los mismos que representan retos y una plena esperanza de transformación. En mi pintura hay obsesiones, así como un compendio de especulaciones que se doblegan ante el propósito de mirar la pintura como un acto de resistencia, pues en tiempos críticos, no basta ser un testigo inactivo, sino todo lo contrario: involucrarse en la dinámica social cambiante. Sólo así, conflictos como la violencia, la agresividad humana, el mal y su lado oscuro, logran sensibilizarme y situarme en la vorágine del tiempo. En este compendio encontrarán experiencias que, desde 2008 a la fecha refieren un poco de mí.
Junio de 2025.
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INAUGURACIÓN: Miércoles 4 de junio de 2025, 12:00 h. Permanencia hasta el 28 de junio. Galería Víctor Manuel Contreras, Torre de Rectoría UAEM, Cuernavaca, Morelos.
CARTA DE AMOR
(Silvia Plath, EE. UU.1932-1963)
No es fácil
expresar lo que has cambiado.
Si ahora estoy viva entonces
muerta he estado,
aunque, como una piedra, sin
saberlo,
quieta en mi sitio, mi hábito
siguiendo.
No me moviste un ápice,
tampoco
me dejaste hacia el cielo
alzar los ojos
en paz, sin esperanza, por
supuesto,
de asir los astros o el azul
con ellos.
No fue eso. Dormí: una
serpiente
como una roca entre las rocas
hiende
el intervalo del invierno
blanco,
cual mis vecinos, nunca
disfrutando
del millón de mejillas
cinceladas
que a cada instante para
fundir se alzan
las mías de basalto. Como
ángeles
que lloran por la gente tonta
hacen
lágrimas que se congelan. Los
muertos
tenían yelmos helados. No les
creo.
Me dormí como un dedo curvo
yace.
Lo primero que vi fue puro
aire
y gotas que se alzaban de un
rocío
límpidas como espíritus. Y
miro
densas y mudas piedras en
torno a mí,
sin comprender. Reluzco y me
deshojo
como mica que a sí misma se
escancie,
igual que un líquido entre
patas de ave,
entre tallos de planta. Mas no
pienses
que me engañaste, eras
transparente.
Árbol y piedra nítidos, sin
sombras.
Mi dedo, cual cristal de luz
sonora.
Yo florecía como rama en
marzo:
una pierna y un brazo y otro
brazo.
De piedra a nube iba yo
ascendiendo.
A una especie de dios ya me
asemejo,
hiende el aire la veste de mi
alma
cual pura hoja de hielo. Es una dádiva.
EL BESO
(Anne Sexton, EE. UU. 1928-1974)
Mi boca florece como una herida.
He estado equivocada todo el año, tediosas
noches, nada sino ásperos codos en ellos
y delicadas cajas de Kleenex, llamando llora bebé
¡llora bebé, tonto!
Antes de ayer mi cuerpo estaba inútil.
Ahora está desgarrándose en sus rincones cuadrados.
Está desgarrando los vestidos de la Vieja Mary, nudo anudo
y mira, ahora está bombardeada con esos eléctricos cerrojos.
¡Zing! ¡Una resurrección!
Una vez fue un bote, bastante madera
y sin trabajo, sin agua salada debajo
y necesitando un poco de pintura. No había más
que un conjunto de tablas. Pero la elevaste, la encordaste.
Ella ha sido elegida.
Mis nervios están encendidos. Los oigo como
instrumentos musicales. Donde había silencio
los tambores, las cuerdas están tocando irremediablemente. Tú hiciste esto.
Puro genio trabajando. Querido, el compositor ha entrado
al fuego.
LA ENAMORADA
(Alejandra Pizarnik, Argentina 1936-1972)
ante la lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.
hoy te miraste en el espejo
y te fuiste triste estabas sola
y la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió
enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado
oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú
te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!
ONCE DE SEPTIEMBRE
(Cristina Peri Rossi, Uruguay 1941-)
El once de septiembre del dos mil uno
mientras las Torres Gemelas caían,
yo estaba haciendo el amor.
El once de septiembre del año dos mil uno
a las tres de la tarde, hora de España,
un avión se estrellaba en Nueva York,
y yo gozaba haciendo el amor.
Los agoreros hablaban del fin de una civilización
pero yo hacía el amor.
Los apocalípticos pronosticaban la guerra santa,
pero yo fornicaba hasta morir
–si hay que morir, que sea de exaltación–.
El once de septiembre del año dos mil uno
un segundo avión se precipitó sobre Nueva York
en el momento justo en que yo caía sobre ti
como un cuerpo lanzado desde el espacio
me precipitaba sobre tus nalgas
nadaba entre tus zumos
aterrizaba en tus entrañas
y vísceras cualesquiera.
Y mientras otro avión volaba sobre Washington
con propósitos siniestros
yo hacía el amor en tierra
–cuatro de la tarde, hora de España–
devoraba tus pechos tu pubis tus flancos
hurí que la vida me ha concedido
sin necesidad de matar a nadie.
Nos amábamos tierna apasionadamente
en el Edén de la cama
–territorio sin banderas, sin fronteras,
sin límites, geografía de sueños,
isla robada a la cotidianidad, a los mapas
al patriarcado y a los derechos hereditarios–
sin escuchar la radio
ni el televisor
sin oír a los vecinos
escuchando sólo nuestros ayes
pero habíamos olvidado apagar el móvil
ese apéndice ortopédico.
Cuando sonó, alguien me dijo: Nueva York se cae
ha comenzado la guerra santa
y yo, babeante de tus zumos interiores
no le hice el menor caso,
desconecté el móvil
miles de muertos, alcancé a oír,
pero yo estaba bien viva,
muy viva fornicando.
“¿Qué ha sido?”, preguntaste,
los senos colgando como ubres hinchadas.
“Creo que Nueva York se hunde”, murmuré,
comiéndome tu lóbulo derecho.
“Es una pena”, contestaste
mientras me chupabas succionabas
mis labios inferiores.
Y no encendimos el televisor
ni la radio el resto del día,
de modo que no tendremos nada que contar
a nuestros descendientes
cuando nos pregunten
qué estábamos haciendo
el once de septiembre del año dos mil uno,
cuando las Torres Gemelas se derrumbaron sobre Nueva York
PROFUNDO AMOR
(Gioconda Belli, Nicaragua 1948-)
Profundo amor
nacido a ras del arco(Lima, Perú, 1953)
Dan-za
Si todos supiéramos danzar y silbar
al mismo tiempo y si todos
supiéramos danzar y silbar al mismo tiempo
en el desierto subiendo y bajando
y si todos supiéramos cantar en el desierto
subiendo y bajando y si todos supiéramos
danzar y silbar y cantar subiendo y bajando
en el desierto al ritmo del corazón y si
todos supiéramos amar en el desierto subiendo
y bajando las dunas amarillas y si todos
supiéramos besar en el desierto, y cantar y
silbar y danzar y subiendo y bajando si todos
supiéramos amar en las dunas amarillas y si
todos supiéramos al mismo tiempo vivir
cantando y danzando en el desierto subiendo
y bajando las dunas amarillas
Levanto mi brazo.
Mi mano coge una copa.
Brindo en tu nombre.
Y si sólo supiera (cantando en las dunas amarillas
subiendo y bajando al ritmo del corazón besarte
danzando y silbando al mismo tiempo en el desierto
y amarte en el desierto) tu nombre.
Ya no te quiero pequeña
Ya no te quiero, pequeña
ahora amo a los caballos.
Mañana amaré a las islas
y pasado será alguna ave.
(Tal vez en tres años
te vuelva a amar).
Y luego serán las vacas
pintas y luego serán
los minerales -tú sabes, el
cobre, el hierro, el-
y luego serán las ciudades
(alguna que otra jirafa)
y luego los puentes.
Antes un arcoiris que amarte, pequeña,
ya no te quiero
ahora amo a una mujer
que disuelve sus cuerpos
en las lluvias del otoño
iluminada/ anudada/ inundada
por el neón brillante
del poste de alumbrado público.
(Oh pequeña)
ya no (te quiero
Oh mujer)
ya no te quiero
sólo amo a las calles que me alientan
hacia la noche mientras la noche
ya no es noche sino mar y el mar
tumba de sonámbulos océanos, licor.
Como Walcott
Escribo a mano con un lápiz Mongol No.2 mal afilado
apoyando hojas de papel sobre mis rodillas.
Ésa es mi poética: escribir con lápiz es mi poética.
Si alguien pregunta como quién quiero escribir
respondo “como Walcott”. Ésa también es mi poética.
También, esperar a que ella me muerda el cuello
para comenzar a escribir es mi poética. La oscuridad del mar,
lleno de pliegues, es mi poética. Ella pregunta como quién
quiero escribir
y yo respondo “no sé, como Walcott”. O más bien
mi poética es di algo visceral de una buena vez,
como en la ópera, sin esperar que ocurra una muerte
especialmente interesante al final: es mi poética.
Lo del lápiz mal afilado es indispensable para mi poética.
Sólo así quedan marcas en las hojas de papel
una vez que las letras se borran y las palabras ya no
se entienden o han pasado de moda o cualquier otra cosa.
Bastante menos que una idea
No creas en la verdad.
No creas en la belleza.
No creas en el amor.
Siéntate al piano
sopla el corno
rasga la cuerda
y quedamos a la par.
No me alcances un beserol
si me duele la cabeza.
No repitas conmigo
películas que ya viste.
No creas que hay algo
importante en lo que haces.
Ni siquiera una buena acción
es tan buena como ninguna acción.
Octava nube o noveno cielo apartes
algún día el cuerpo será un hecho suficiente.
El canto de las aves
para Alberto Blanco
el canto de las aves escondidas en el follaje
apenas alcanza las tres sílabas
luego silencio
luego otra vez alcanza las tres sílabas
luego silencio
es la forma que tienen las aves de no decir nada
luego otra vez
tres sílabas luego silencio y luego otra vez
es el canto de las aves escondidas en el follaje de los ficus
tres sílabas silencio otra vez
es la forma que tienen las aves
de no decir nada
tres sílabas silencio tres sílabas
pero el canto
es hermoso y se repite regularmente al atardecer
y luego otra vez
y luego otra vez
y no dice nada
(Poemas recuperados de varias antologías y poemas sueltos del autor: Perro negro (1978), Fin desierto (1995), Cinco segundos de horizonte (2005), entre otras).