viernes, 14 de febrero de 2025

5 POEMAS DE AMOR... / MUJERES POETAS


CARTA DE AMOR

(Silvia Plath, EE. UU.1932-1963)

No es fácil expresar lo que has cambiado.

Si ahora estoy viva entonces muerta he estado,

aunque, como una piedra, sin saberlo,

quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo.

No me moviste un ápice, tampoco

me dejaste hacia el cielo alzar los ojos

en paz, sin esperanza, por supuesto,

de asir los astros o el azul con ellos.

No fue eso. Dormí: una serpiente

como una roca entre las rocas hiende

el intervalo del invierno blanco,

cual mis vecinos, nunca disfrutando

del millón de mejillas cinceladas

que a cada instante para fundir se alzan

las mías de basalto. Como ángeles

que lloran por la gente tonta hacen

lágrimas que se congelan. Los muertos

tenían yelmos helados. No les creo.

Me dormí como un dedo curvo yace.

Lo primero que vi fue puro aire

y gotas que se alzaban de un rocío

límpidas como espíritus. Y miro

densas y mudas piedras en torno a mí,

sin comprender. Reluzco y me deshojo

como mica que a sí misma se escancie,

igual que un líquido entre patas de ave,

entre tallos de planta. Mas no pienses

que me engañaste, eras transparente.

Árbol y piedra nítidos, sin sombras.

Mi dedo, cual cristal de luz sonora.

Yo florecía como rama en marzo:

una pierna y un brazo y otro brazo.

De piedra a nube iba yo ascendiendo.

A una especie de dios ya me asemejo,

hiende el aire la veste de mi alma

cual pura hoja de hielo. Es una dádiva.




EL BESO 


(Anne Sexton, EE. UU. 1928-1974)


Mi boca florece como una herida.

He estado equivocada todo el año, tediosas

noches, nada sino ásperos codos en ellos

y delicadas cajas de Kleenex, llamando llora bebé

¡llora bebé, tonto!


Antes de ayer mi cuerpo estaba inútil.

Ahora está desgarrándose en sus rincones cuadrados.

Está desgarrando los vestidos de la Vieja Mary, nudo anudo

y mira, ahora está bombardeada con esos eléctricos cerrojos.


¡Zing! ¡Una resurrección!


Una vez fue un bote, bastante madera

y sin trabajo, sin agua salada debajo

y necesitando un poco de pintura. No había más

que un conjunto de tablas. Pero la elevaste, la encordaste.

Ella ha sido elegida.


Mis nervios están encendidos. Los oigo como

instrumentos musicales. Donde había silencio

los tambores, las cuerdas están tocando irremediablemente. Tú hiciste esto.

Puro genio trabajando. Querido, el compositor ha entrado

al fuego.




LA ENAMORADA


(Alejandra Pizarnik, Argentina 1936-1972)


ante la lúgubre manía de vivir

esta recóndita humorada de vivir

te arrastra Alejandra no lo niegues.


hoy te miraste en el espejo

y te fuiste triste estabas sola

y la luz rugía el aire cantaba

pero tu amado no volvió


enviarás mensajes sonreirás

tremolarás tus manos así volverá

tu amado tan amado


oyes la demente sirena que lo robó

el barco con barbas de espuma

donde murieron las risas

recuerdas el último abrazo

oh nada de angustias

ríe en el pañuelo llora a carcajadas

pero cierra las puertas de tu rostro

para que no digan luego

que aquella mujer enamorada fuiste tú


te remuerden los días

te culpan las noches

te duele la vida tanto tanto

desesperada ¿adónde vas?

desesperada ¡nada más!




ONCE DE SEPTIEMBRE


(Cristina Peri Rossi, Uruguay 1941-)


El once de septiembre del dos mil uno

mientras las Torres Gemelas caían,

yo estaba haciendo el amor.

El once de septiembre del año dos mil uno

a las tres de la tarde, hora de España,

un avión se estrellaba en Nueva York,

y yo gozaba haciendo el amor.

Los agoreros hablaban del fin de una civilización

pero yo hacía el amor.

Los apocalípticos pronosticaban la guerra santa,

pero yo fornicaba hasta morir

–si hay que morir, que sea de exaltación–.

El once de septiembre del año dos mil uno

un segundo avión se precipitó sobre Nueva York

en el momento justo en que yo caía sobre ti

como un cuerpo lanzado desde el espacio

me precipitaba sobre tus nalgas

nadaba entre tus zumos

aterrizaba en tus entrañas

y vísceras cualesquiera.

Y mientras otro avión volaba sobre Washington

con propósitos siniestros

yo hacía el amor en tierra

–cuatro de la tarde, hora de España–

devoraba tus pechos tu pubis tus flancos

hurí que la vida me ha concedido

sin necesidad de matar a nadie.

Nos amábamos tierna apasionadamente

en el Edén de la cama

–territorio sin banderas, sin fronteras,

sin límites, geografía de sueños,

isla robada a la cotidianidad, a los mapas

al patriarcado y a los derechos hereditarios–

sin escuchar la radio

ni el televisor

sin oír a los vecinos

escuchando sólo nuestros ayes

pero habíamos olvidado apagar el móvil

ese apéndice ortopédico.

Cuando sonó, alguien me dijo: Nueva York se cae

ha comenzado la guerra santa

y yo, babeante de tus zumos interiores

no le hice el menor caso,

desconecté el móvil

miles de muertos, alcancé a oír,

pero yo estaba bien viva,

muy viva fornicando.

“¿Qué ha sido?”, preguntaste,

los senos colgando como ubres hinchadas.

“Creo que Nueva York se hunde”, murmuré,

comiéndome tu lóbulo derecho.

“Es una pena”, contestaste

mientras me chupabas succionabas

mis labios inferiores.

Y no encendimos el televisor

ni la radio el resto del día,

de modo que no tendremos nada que contar

a nuestros descendientes

cuando nos pregunten

qué estábamos haciendo

el once de septiembre del año dos mil uno,

cuando las Torres Gemelas se derrumbaron sobre Nueva York



PROFUNDO AMOR


(Gioconda Belli, Nicaragua 1948-)


Profundo amor

nacido a ras del arco
arco tendido contra lo imposible
tu voz de cueva se extendió en mi cuenco
cabalgaste flechas hasta el mismo centro

El tiempo nos lanzó de lado a lado
trazos redondos surcando paralelos espacios
coincidimos desafiando las leyes deletreadas
infringiendo barreras quebrantadas al tacto

Tiempos feroces no nos devoraron
jugando a niños llegamos a la cópula
llegamos al principio de los vientos
al íntimo recodo del común aposento

Profundo amor compañero de llamas
compañero del agua de ternuras sin nombre
jinete de mis sueños
de mis piernas al alba.

lunes, 3 de febrero de 2025

CINCO POEMAS / MARIO MONTALBETTI

(Lima, Perú, 1953)










Dan-za

Si todos supiéramos danzar y silbar
al mismo tiempo y si todos
supiéramos danzar y silbar al mismo tiempo
en el desierto subiendo y bajando
y si todos supiéramos cantar en el desierto
subiendo y bajando y si todos supiéramos
danzar y silbar y cantar subiendo y bajando
en el desierto al ritmo del corazón y si
todos supiéramos amar en el desierto subiendo
y bajando las dunas amarillas y si todos
supiéramos besar en el desierto, y cantar y
silbar y danzar y subiendo y bajando si todos
supiéramos amar en las dunas amarillas y si
todos supiéramos al mismo tiempo vivir
cantando y danzando en el desierto subiendo
y bajando las dunas amarillas
Levanto mi brazo.
Mi mano coge una copa.
Brindo en tu nombre.
Y si sólo supiera (cantando en las dunas amarillas
subiendo y bajando al ritmo del corazón besarte
danzando y silbando al mismo tiempo en el desierto
y amarte en el desierto) tu nombre.


Ya no te quiero pequeña

Ya no te quiero, pequeña
ahora amo a los caballos.

Mañana amaré a las islas
y pasado será alguna ave.

(Tal vez en tres años
te vuelva a amar).

Y luego serán las vacas
pintas y luego serán
los minerales -tú sabes, el
cobre, el hierro, el-
y luego serán las ciudades
(alguna que otra jirafa)
y luego los puentes.

Antes un arcoiris que amarte, pequeña,
ya no te quiero
ahora amo a una mujer
que disuelve sus cuerpos
en las lluvias del otoño
iluminada/ anudada/ inundada
por el neón brillante
del poste de alumbrado público.

(Oh pequeña)
ya no (te quiero
Oh mujer)
ya no te quiero

sólo amo a las calles que me alientan
hacia la noche mientras la noche
ya no es noche sino mar y el mar
tumba de sonámbulos océanos, licor.


Como Walcott

Escribo a mano con un lápiz Mongol No.2 mal afilado
apoyando hojas de papel sobre mis rodillas.

Ésa es mi poética: escribir con lápiz es mi poética.

Si alguien pregunta como quién quiero escribir
respondo “como Walcott”. Ésa también es mi poética.

También, esperar a que ella me muerda el cuello
para comenzar a escribir es mi poética. La oscuridad del mar,
lleno de pliegues, es mi poética. Ella pregunta como quién
quiero escribir

y yo respondo “no sé, como Walcott”. O más bien

mi poética es di algo visceral de una buena vez,
como en la ópera, sin esperar que ocurra una muerte
especialmente interesante al final: es mi poética.

Lo del lápiz mal afilado es indispensable para mi poética.

Sólo así quedan marcas en las hojas de papel
una vez que las letras se borran y las palabras ya no

se entienden o han pasado de moda o cualquier otra cosa.


Bastante menos que una idea

No creas en la verdad.
No creas en la belleza.
No creas en el amor.
Siéntate al piano
sopla el corno
rasga la cuerda
y quedamos a la par.
No me alcances un beserol
si me duele la cabeza.
No repitas conmigo
películas que ya viste.
No creas que hay algo
importante en lo que haces.

Ni siquiera una buena acción
es tan buena como ninguna acción.

Octava nube o noveno cielo apartes
algún día el cuerpo será un hecho suficiente.


El canto de las aves

                                     para Alberto Blanco

el canto de las aves escondidas en el follaje
apenas alcanza las tres sílabas

luego silencio

luego otra vez alcanza las tres sílabas
luego silencio

es la forma que tienen las aves de no decir nada
luego otra vez

tres sílabas luego silencio y luego otra vez
es el canto de las aves escondidas en el follaje de los ficus

tres sílabas silencio otra vez

es la forma que tienen las aves
de no decir nada

tres sílabas silencio tres sílabas

pero el canto
es hermoso y se repite regularmente al atardecer
y luego otra vez
y luego otra vez

y no dice nada


(Poemas recuperados de varias antologías y poemas sueltos del autor: Perro negro (1978), Fin desierto (1995), Cinco segundos de horizonte (2005), entre otras).