lunes, 20 de agosto de 2012

Poema desdibujado en la memoria


Ilustración.Víctor Atgüelles. 
La línea que se desdibuja, 
que se arrepiente de lanzarse 
al mar blanco de un papel.
Y así, más callado, 
mi latido repta un aire 
de olor enfermizo.

Mi sien se descuartiza 
en minúsculas frases de agua.

Toda imagen que fuera una placa, 
una matriz gráfica, 
se descongela. 

Cae, busca remendarse 
en restos de polvo, 
y en fragmentos de olvido.

Pienso en derribar un muro, 
asistir a una puesta de sol, 
interrogar a la luz escondida 
entre los párpados.

Sacudir y eclipsar la maldad 
que me tiene así...

miércoles, 15 de agosto de 2012

3 Poemas


Duermevela

De mucho corregir mis pies van dando saltos,
vacíos prolongados como si atravesaran una valla de mutismos.
De tanto rumiar la imagen, el polvo me desvela y me descalza,
me unta las manchas del salitre en la penuria,
a la intemperie de mis actos.
Sucederme así, vengo repitiendo,
con esta cabeza molida a preguntas como cielo abierto de llovizna.
Tejerse así tiene una consistencia de ocre asfalto,
el riesgo es un estallido que navega en la corriente,
intenta mutilarse del oleaje pero sigue en duermevela si me sigue.


Cotidiano

Los vasos de cristal escurren;
después de nadar en la espuma del lavabo
bocabajo están secando sus paredes.

Cucharas y platos coinciden
en un sonido de claves
-el metal con el que han sido forjados
tienen la destreza del sonido tintineante-


Agua y metal sintonizan la cascada,
comunican un roce de rutina
conocido frote parental se reconocen en las manos
de quien talla interiores de cerámica o plástico.


La mesa dispuesta
a las últimas boronas del bocado
improvisa el cementerio de las moscas
arrancadas de la ruta de su aire.


Al concluir el ritual: en que las manos se estiran
y el paladar abre sus glándulas
a un deleite conocido de alimentos,
se aproximan a la caída.


Ni la blancura muerta del mantel
salvará el destino de la borona
después de la caída será de la escoba,
quizá de la hormiga en el suelo,


en el rincón más exacto de la luz olvidada.


Basura


Simple taza
en una carpeta de plástico
es la efigie más próxima
que alcanzo.
Desde arriba
es el trazo del cubista,
mirada poseída en la insistencia
de ver
luna negra del café.


Con el dedo aparto la basura
las migajas de un pan roído por hormigas.


Hoy no vienen
aquellos, los del fleco como emos
con sus ecos-cascos de caballo
los que se llevan
la basura acumulada
los que me recuerdan por su campaneo
la plenitud del desperdicio.


“Los caballos de la basura”
para Frida.


Un sol entra
y rasca las hojas verdeamarillas
de la planta
devora partículas aún carnosas
y deja su rastro de capa caída
en la sequedad marchita
de la hoja seca.


Aquí un desfile de palabras
me recorre
sílabas sin conteo,
a tropel enfurecidas
me acechan desde la taza
y vuelven en picada
por la sangre de la mosca
esparcida en la pared.


Aquí entra el odio
y pequeñas filigranas del rencor podrido
a recordarme por su soltura
por su vuelo y despedida
las deudas no ajustadas a su tallo
como frases acunadas
durante noches de colgar los ojos
con las sienes abatidas a punta de palabras.


Quizá me vuelva a la trayectoria del recuerdo.


Quizá, las trayectorias
sean aves marchitas de recuerdos.

(Antología Literaria 2011 por "Crayola Literaria" y Universidad Autónoma de la Ciudad de México)