miércoles, 18 de agosto de 2010

4 POEMAS

Ilustración: Víctor Argüelles.

EL TRAYECTO

Tiro a un pozo los restos quemados del trayecto,
el nombre guardado: augurio para morir despierto; conformarse a la red
que alguna vez te atrapó y regresar con medio centímetro de nada.

¿Qué es el trayecto? señal de tiempo marchito en la frente de alguien
el rastro de mi edad, la escalera gris bautizada por el sol.

Tiro al espacio
el sudor vertido, los esfuerzos con las manos a distancias de su blanco,

el rotundo no, la imposibilidad de la libélula en reconstruir sus hélices
para aterrizar.

El destino de la piedra es estar, permanecer con ojos de testigo.

La destrucción no transparenta gramos de esperanza.

Tiro todo... el polvo añadido de las cosas
la conciencia: fracción exigua frente a los espejismos de la noche.

Tardaré, lo que tarda en crecer la ola, al unirse a otras,
la reconstrucción de la memoria es lenta y yo rastreo el medio mar de la distancia

Tardaré lo que tarda el giro de una hora
el tiempo lento es eterno
el segundo está vestido
de milímetros de tiempos
en la espera de un segundo se consumen alfileres.

tardaré una ola, en una hora
hora de olas.

Pienso en la memoria... es la cámara primigenia
que eterniza rostros
ahí guardados
de vez en cuando se presentan,
te confunden
ya no sabes si alguna vez te topaste con alguno
en otro aire, bajo el desvelo de una lámpara olvidada.

Lo he comprobado en los retratos que se revelan en el cuarto oscuro de la mente.

(Tomado de 3D2, Fanzine cultural, un espacio para lo posible, núm. 11, 2010. Ciudad de México.)



PROMESA DEL ESPEJO

Llevo muerta una sílaba,
de mil que han transitado por la orilla,

la que no nombra el silencio de los pájaros,
las navajas de la tarde espolean
la delgada túnica de sal.

En el transparente brazo de la espuma me conecto,
intento nadar hacia el escondite
más cercano.

Es el brazo transparente de la espuma
que se conecta a lo eterno.

Una laguna gigante devora mi extensión dormida;
los brazos se me abren,

si quisiera alcanzar mis espejos,
quedaría de mí un cadáver en la horma blanca
del arrepentimiento.

(Tomado de la revista Acalán, Universidad Autónoma del Carmen, enero-febrero 2010, núm. 63, Ciudad del Carmen, Campeche. 2010)


PULSO INSTANTÁNEO

De la noche soy apenas
un gramo de signo convulso.

Quien late en mis ciénagas
lleva en la escritura la hematoma
de una larva.

Flotante en su rastro disperso
habitante que me cubre
con la porción desdoblada
de un tejido luminoso y ciego.

Los días son la extraña sucesión de puntos,
eventos al final de un atajo,
después de la caída de las horas
cuando corro de mis escondites
a las terminaciones furtivas de las luces.

Los días pasan con el rostro muerto,
abatidos de ver al sol clavando agujas
en lomos heridos
de peatones subterráneos.

Mis días ciegos se abalanzan al papel,
dando vueltas
con la escasa luz que infringe a los ojos,
punzada lacerante,
repitiendo
los días de tinta roja y negra; en un dibujo secreto
a pulso forjado de instantáneas.

(Tomado del Suplemento cultural Piedra de sol, El sol de Zacatecas, 19, octubre 2009. Zacatecas, Zac.)


FIN

Cuando cese la lluvia:
mi mancha extenderá sobre la tierra,
sus impurezas más remotas.

En capas ligeras
la humedad me rociará la frente,
habrá de advertir el fin de mi esencia.

Entonces los gusanos
tendrán la osadía de mirarse unos a otros;

de escarbar en las cuencas de mis ojos:
sus túneles descifrar, sus laberintos aturdir;
reproduciendo el chasquido de sus patas en mi cráneo.

Habré pasado por un filo inexacto de sonidos
de alas zumbando en mi carne la vorágine;
ritual de danza circular de un ejército de moscas.

(Tomado del Suplemento cultural Piedra de sol, El sol de Zacatecas, 19, octubre 2009. Zacatecas, Zac.)